jueves, 2 de agosto de 2007

La reforma del Estado en Guerrero 1

(imagen: Hans Kelsen)

El 31 de julio de 2007 terminó una primera etapa del proceso de reforma en el Estado de Guerrero. Que pena que este proceso haya sido instrumentado desde las esferas del poder político. Aún cuando en la convocatoria se hizo un llamado a la sociedad civil, la verdad es que esta no participó como los organizadores hubieren querido, y al no hacerlo deslegitima el proceso y convierte a la reforma en un fraude político.

En cuanto a este tema he de considerar que ninguna reforma del Estado es posible o al menos no puede llarse así sin la participación de la sociedad. Cuando más será simplemente una reforma desde el poder y para el poder, pero no una reforma del Estado, la cual tiene como condición sine cuanon la participación de los actores sociales, incluido el propio Estado, que en este caso no se dió.

Por lo tanto no es posible que políticamente la reforma, si es que produce los resultados que desea el poder, esté plenamente legitimada, podrá ser legal pero carecerá del aval social que construye la viabilidad política de todo proyecto. Una de las preguntas que todo analista debe hacerse consiste en ¿cuanta confiabilidad tiene la estructura de poder en el Estado para poder instrumentar una reforma del Estado? Para contestar esta cuestión basta decir que el régimen de gobierno actual llegó al poder con un gran consenso. La esperanza popular consistía en que la izquierda, por vez primera en el poder, podía establecer políticas públicas suficientes para sacar al Estado del subdesarrollo en el cual nos encontramos. La realidad fue muy dura. El ejecutivo estatal y su estructura administrativa de gobierno poco a poco fueron deslegitimandose por omisión, por carencia de proyectos y por un retorno al ejercicio de poder autoritario y voluntarista tal y como lo ejercía el viejo PRI; el resultado ha sido, hasta ahora, desalentador por el abandono de la política social, por la ausencia de vínculos de solidaridad y cohesión social, por la falta de un proyecto consensado y por la ausencia, hasta física del liderazgo del gobernador del Estado. Aunado a ello, la complacencia del PRD, el partido en el poder a las inacciones del aparato gubernamental.

En este sentido el pueblo se siente engañado, utilizado, decepcionado por la izquierda guerrerense y en ese contexto es muy difícil que el resultado que podría tener la consabida reforma pueda estar plenamente legitimada por los actores sociales, por el pueblo.

Así las cosas ¿debemos confiar en que este proceso produzca sorpresivamente resultados óptimos y el Estado se reforme así mismo en beneficio de la democracia y sus titulares? Quien piense así será un ingenuo. En contadas ocasiones el Estado se ha reformado para transformarse en aras de la democracia, y cuando lo ha hecho ha sido influenciado por los poderes fácticos nacionales o internacionales -recordemos las reformas de 1992 que dieron origen al ombudsman nacional, las que fueron precisadas en un viaje de Salinas de Gortari en Europa ante la presión de los grupos financieros que reclamaban a cambio de inversiones reformas democráticas- En nuestro caso local no existen esos poderes fácticos que podrían ejercer presión al poder público y transformar una serie de cuestiones de necesidad extrema. Ante esta ausencia, tampoco los partidos políticos, como entidades de interés público, son capaces de influir en una reforma democratizadora y controladora del poder ¿la razón? la cooptación de liderazgos y la ignorancia supina de la problemática, y si esto no fuese verdad, la complacencia para seguir en el poder" o estar bien con el poder, seguir en términos más vulgares, recibiendo los beneficios del poder.

Para los partidos de derecha (PAN) es obvio que las cosas deben quedar como están. La derecha guerrerense, aunque escasa en número de seguidores y votantes, es una derecha conservadora y seguidora de la traditio, eclesiástica y tenaz seguidora fiel de las costumbres incólumes de la moral privada. Es una derecha de poca cultura política, de poca participación política, netamente autoritaria deseosa de gobernantes de mano dura y formada en los parámetros de la vieja escuela escolástica. Para estos la reforma política no es más que un atrazo o un riesgo para que las estructuras cerradas de poder puedan abrirse a los léperos, o sea, al pueblo.

Sin embargo para el PRI, resulta sorprendente que el proceso de reforma política no haya sido una oportunidad de oro para rebatir a la izquierda novata en el poder. El PRI ha demostrado su carencia de ideas y afán por retornar al poder al no cuestionar seriamente y con argumentos sólidos tanto a la consabida reforma como al propio régimen de izquierda. Están en la innacción total, es posible que su falta de liderazgo produzca este resultado y también es posible que su reciente salida del poder les de margen óptimo, según ellos, para poder obtener escalas de poder en las elecciones intermedias. Cualquiera que sea el caso, es inexplicable y absurdo su actuar ante el desastre político de la reforma y de la política inmóvil del régimen en turno.

Y para el PRD, el partido autodenominado de izquierda, el que durante los últimos tiempos pugnó por la justicia social y la reivindicación de los derechos de los más pobres, también es incomprensible que una vez llegado al poder avalara completamente las políticas del régimen. En el proceso de reforma no supimos de que el proyecto perredista de justicia social tuviera eco en las propuestas de reforma, eso da a pensar que los subyugó la llegada al poder y que por razones estrictamente de su conservación es necesario dejar las cosas casi como estaban, además de que se ha notado una carencia casi absoluta de liderazgo político, a grado tal de que la denominación de "partido de izquierda" de la cual se ostentan en su declaración de principios es sólo un slogan para coptar votantes, porque en la práctica de poder no han demostrado lo que dicen ser.

En estas condiciones: ausencia de la sociedad civil en el proceso de reforma e inacción de los partidos políticos en la construcción de una reforma de verdad, más la ausencia de poderes fácticos o grupos de presión que establezcan líneas de acción al respecto, no queda más que el voluntarismo autoritario en la toma de desiciones para aparentar ante el pueblo de que la reforma, que no es ni será tal, es y será un éxito. Por ello señalo al principio de éstas líneas que la consabida reforma es un fraude de grandes proporciones. Una vez más, como dijera en uno de sus libros Jorge Alarcón, la sociedad está derrotada.

No hay comentarios:

Powered By Blogger