jueves, 13 de enero de 2011

Como lograr el fin de la violencia

2010 año que hace unos días acaba de terminar fue el más violento del sexenio Calderonista, los datos son por demás elocuentes y deben llevarnos a varias reflexiones: 15,273 homicidios ligados al crimen organizado.

Aún cuando el Presidente ya no lo quiere ver así, el número de personas fallecidas corresponde al de una guerra. Casi a diario en estados como Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Baja California y Durango, los medios de comunicación informan a la sociedad de estos sangrientos hechos: descabezados, ahorcados, mutilados, etc., todo un cuadro de horror diario al cual ya parece que nos estamos acostumbrando. La violencia es el pan de todos los días.

Todo ello independiente de la violencia generada por la delincuencia clasificada como no organizada, que sería aquella en que la concurrencia de delitos –los que sean- son provocados por agentes o personas individualizadas; en estos casos también cabe el homicidio así como el secuestro, el robo, la violencia intrafamiliar, la corrupción y otros más que sería prolijo mencionar y todos en mayor o menor medida, sabemos que suceden.

Estamos viviendo como país una época terrible, de una violencia desmedida en todos los órdenes de la vida social. No hay manifestación humana en la cual la violencia, en mayor o menor grado, no se presente. ¿Hasta cuando podemos seguir viviendo así? Hay un dicho popular que indica que “no hay mal que dure cien años y pueblo que no lo aguante”, pero insisto ¿hasta cuando empezaremos a revertir esta situación?
Hipotéticamente hay varias soluciones: mejorar la estrategia contra el crimen organizado o no, organizarse para combatir desde la sociedad a los delincuentes, y otras más que confluyen tanto en el actuar del Estado como de la propia sociedad. Considero que la mejor estrategia para empezar a revertir este estado de cosas tiene que ver en primer lugar con el cumplimiento de las obligaciones constitucionales del Estado mexicano, principalmente aquella que tiene que ver con el mejoramiento de la educación y con la que se refiere al desarrollo armónico de la economía nacional.

Educación y trabajo como pilares del desarrollo son los pilares para el rescate de los valores que dignifican al ser humano y que hoy están por demás en picota.
La lucha contra el crimen no es una cuestión de cuantiosos presupuestos o de militarizar la vida pública, es, y así lo creo firmemente, el rescate de la dignidad humana por medio de la satisfacción de los derechos humanos como lo son los relativos a la educación y el vivir en un entorno económico digno, la manera más racional de salir adelante.
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