martes, 2 de noviembre de 2010

TRES AFORISMOS DE RUIZ MASSIEU

Si revisamos la obra de José Francisco Ruiz Massieu no nos quedará la menor duda de que era un político ilustrado, de esos que en estos momentos aciagos quisiéramos tener. El político por regla general no es un hombre o mujer producto de una cultura refinada, en el caso de Ruiz Massieu sí lo es, y por ello fue una de las grandes excepciones dentro de la política mexicana y en particular la del Estado de Guerrero.
Recuerdo que cuando era gobernador del Estado impulsó la creación de los estudios de posgrado en Derecho en la entonces Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Guerrero. El proyecto original había sido elaborado por la Dra. Beatriz Parra, el Dr. Gilberto Garza y otros, fue apoyado desde la estructura burocrática universitaria por el entonces Rector Marcial Rodríguez y presentado ante Ruiz Massieu, quien con alegría veía que en la Universidad había ánimo de progreso y talento en sus profesores. Ni tardo ni perezoso se comprometió apoyar el proyecto desde su ámbito de acción concretando con el ya desparecido CAPFCE la construcción del edificio y una vez construido lo dotó de un moderno equipo de cómputo y la biblioteca.

Varias veces los profesores y alumnos del posgrado ya creado fuimos invitados a desayunar a casa gobierno, las pláticas siempre rondaron en temas académicos y políticos sobre todo en el futuro legislativo de nuestro Estado. Cuando la primera generación del posgrado en Derecho egresó, él fue el padrino de generación y comentó que “La Facultad de Derecho fue la primera que visité como Gobernador y es la última que visito antes de entregar en poder”. Todo ello denota que su querencia a la cultura jurídica y a las instituciones universitarias era una de sus grandes motivaciones personales. Como Gobernador lo demostró plenamente al reelaborar todo el marco jurídico del Estado y crear instituciones en su momento novedosas como la Comisión de Derechos Humanos y el Tribunal de lo Contencioso Administrativo, entre otras.

Por ello, los universitarios guerrerenses en especial quienes laboramos en la Unidad Académica de Derecho, tenemos la obligación moral de respetar su legado y agradecer los apoyos vertidos a esta institución y a toda la universidad en general.
En esta ocasión y por invitación expresa del Dr. David Cienfuegos Salgado quien amablemente me envía algunos aforismos rescatados de la obra de Ruiz Massieu, quiero proceder a comentar dentro del marco del México y del Guerrero de la época en que ejerció su gobierno el ahora homenajeado y de lo que acontece en la actualidad, hacer algunos breves comentarios en relación a algunos aforismos que más se acomodan a mis pretensiones y conocimientos. Sin duda que muchos cuestiones quedarán sin decirse ya que en cada una de las sentencias de Ruiz Massieu existe un mar de discusiones y bien podría hacerse una obra de grandes magnitudes para desentrañar el sentido de cada una de ellas.

Al proceder a la lectura de los aforismos no deja uno de recordar la personalidad de quien los escribió o los expresó en un momento determinado. Sin duda que el carácter y la personalidad de quien los dijo marca un sello muy personal y obliga a reflexionarlos a la manera particular en que se recibe la información, a decir, me curo en salud, y procedo entonces a comentar algunos de los pensamientos de este hombre que vivió su tiempo e hizo de la política un arte acorde a muy particular estilo de gobernar.

“La política es ritmo, no velocidad”

Esta frase me lleva otra emitida por él “O cambiamos o nos cambian”, refiriéndose al avance innegable que la izquierda organizada ya tenía por ese entonces en el Estado de Guerrero. La frase que pongo en el centro de la discusión se refiere a un pensamiento que es básico en la política, no sólo la mexicana, también la universal. El quehacer político no significa necesariamente que las políticas públicas deben considerarse como un ejercicio olímpico donde la meta es romper records, la política requiere de una mesura indispensable para hacer posible lo que tenemos en mente. El gobernante desde antes de acceder al poder debe planear lo que va hacer con la idea de que la planeación es un ejercicio racional y democrático y que el cumplimiento de metas y objetivos casi nunca se logran al cien por ciento, ya que hay que considerar diversas variables que pueden afectar la acción política. Así, el discurso político debe hacerse con las pausas de los momentos en que se vive, en caso de no hacerlo este discurso puede tornarse más que demagógico. El ritmo que propone Ruiz Massieu es tanto como decir “lento pero seguro”.

En cuanto a la conservación del poder, que era la meta en la política partidista del momento en que vivió su autor, la frase es más que significativa. El ritmo implica cadencia en el actuar, los apresuramientos pueden conducirnos al yerro; más vale que el poder se ejerza con el ritmo adecuado de los tiempos en que se vive, que apresurar para la complacencia, esta casi siempre de los menos. Los que apuran están desesperados por tener el poder o conservarlo de manera casi siempre no lícitas. El pueblo sabe esperar, es paciente, si está consiente de que sus gobernantes están haciendo bien las cosas. El desesperado no es un virtuoso y arte de la política implica virtud y una de ellas es gobernar con el ritmo y pausas que se requieren.

“En política se admira más el éxito que el mérito”

Sin duda que ésta es una gran verdad, no lo debería de ser pero lo es. En la política y en especial la mexicana, el “éxito” de las personas pesa más que el mérito, digamos que el mérito son las virtudes que el ciudadano tiene y que lo hacen diferente de los demás, con capacidad probada para ejercer un puesto público u otra actividad de la vida pública o privada. El mérito o virtudes ciudadanas ha sido desde la filosofía griega un punto de discusión indiscutible. Más vale ser un hombre o mujer de mérito que de éxito, sería la sentencia o razonamiento griego; ya que de ser así es más útil para resolver los problemas de la ciudad. La democracia que no se sostiene en el mérito de sus gobernantes no es democracia, es un insulto denominar así a un régimen político dominado por los torpes o inútiles.

El éxito al cual se refiere Ruiz Massieu, no tiene nada que ver con los méritos o virtudes ciudadanas. Él se refirió a ese núcleo de torpes e inútiles que por el simple hecho de gozar de una posición económica bonancible se creen merecedores de escalar la jerarquía política dentro de la administración pública. No se percibe que el autor desdeñe a quienes han obtenido beneficios económicos por su trabajo, lo que le desagrada es que esa cuestión sea fundamental para hacer política. “El político rico es un pobre político”, señaló en otro aforismo el autor, y tiene razón, el dinero no es causa de la causa, es causa de lo causado. El dinero si bien es importante, no es la causa para hacer buena política, para estar en condiciones de hacer buena política es indispensable ser un buen ciudadano (rico o pobre), tener un grado de cultura aceptable, tener una ideología clara respecto al quehacer de la política, ser honesto, y dedicarle el tiempo suficiente.

De igual manera, el “éxito” al cual se refiere el autor, no sólo tiene que ver con el dinero. En la época en que él gobernó y hasta ahora, existen entes que por creer haber hecho algo a favor de alguien se merecen un cargo. Pongo por ejemplo ficticio a una persona que por azares del destino dirige un sindicato y que al terminar su mandato “siente” que ha luchado por los derechos sociales y que merece el “título” de “luchador social” y que en consecuencia, dentro de su partido, merece una diputación u otro cargo dentro del gobierno. Ese ente cree que ha alcanzado el éxito social y que bien merece una recompensa en aras del detrimento de los beneficios que merece el pueblo, aún cuando no esté capacitado para ejercer ninguno.

El éxito en consecuencia bien parece ser una concepción subjetiva que por gracia debe ser reconocida socialmente. Vaya equivocación. Diría que aquí bien merece la pena el dicho de “alabanza en boca propia es vituperio”. El éxito no es una percepción subjetiva, al contrario, es un reconocimiento del mundo objetivo, corre de abajo hacia arriba y no al contrario. Es la sociedad quien lo concede y generalmente la conciencia colectiva es la que califica con acierto quien ha conseguido el éxito en las determinadas ramas de la actividad humana. Cuantos gobernantes no hemos tenido que han carecido de éxito, cuantos ricos pululan hoy en camionetas de lujo que carecen de éxito, cuantos políticos deambulan y salen en retratados en los diarios locales o nacionales y carecen del éxito suficiente para merecer un encargo público; y así por el estilo.

Este aforismo tiene que ver con la percepción ciudadana y la calidad moral de quien detenta el poder. Los clásicos de la ciencia política han dicho a lo largo de la historia que para lograr el progreso social y por consecuencia el desarrollo sano del Estado es indispensable que éste esté gobernado por personas capaces. Este es un reto que todavía no se cumple y por no cumplirlo en infinidad de veces los ciudadanos hemos pagado bien caro las consecuencias ¿Quién más que el pueblo paga las consecuencias de tener en los puestos públicos a una casta de torpes e inútiles?
Déjenme citar a F. Bacón, quien al respecto de lo dicho, asentó: “No hay cosa que haga más daño a una nación como el que la gente astuta pase por inteligente”

“La política es arte por lo que tiene de irrepetible”

Este aforismo me recuerda una vieja discusión al seno del posgrado en Derecho en la Universidad. La discusión se centraba en que si la política era arte o no. La mayoría discurría en que no lo era, sosteniendo el punto de vista de la política y lo político se centraba en los hechos y no en sus representaciones. Los menos, que era donde me encontraba yo, alegábamos que la política sí es un arte porque en primer lugar es un producto de la cultura, y en segundo, como consecuencia, todo lo que se haga en política tiene, queramos o no, consecuencias en todas las manifestaciones humanas y por ende representaciones en todos los sentidos del quehacer humano.

Sigo creyendo al igual que Ruiz Massieu, que la política sí es arte. Sin embargo es una pena que no todos la consideren así, sobre todo quienes se dedican en cuerpo y alma a este quehacer. La mayoría quizá sin saberlo, son seguidores del concepto de arte emitido por Aristóteles, quien establece diferencias sustanciales con la ciencia, por eso, ha surgido en el mundo la diferencia entre arte y ciencia. Y sólo será arte ya en una concepción moderna aquello que va ligado con la estética, con lo bello. ¿Acaso el producto de la política está privado de lo estético? Si lo estético tiene que ver con bien hecho entonces la política sí es un arte, independientemente de que la consideremos también como una ciencia, debido a sus métodos de estudio. Por lo tanto lo dicho por el autor en la primera parte del aforismo es una verdad innegable.

Que la política sea el arte de lo irrepetible ¿Qué significado debemos darle? No hay duda de que en este punto hay que tratar de ser filósofo aún cuando de profesión no lo seamos. Los hechos humanos subjetivos son irrepetibles, nunca una acción humana subjetiva u objetiva tiene consecuencias exactas, aún cuando se trate de resolver problemáticas similares; nada en el mundo de lo humano es igual, en política no hay recetas de cocina. O cambian los sujetos, o cambian los objetos o cambia la relación entre ellos, de ahí que el buen político esté impedido para sacar de su bolso un recetario y resolver así un conflicto de intereses o destrabar un asunto burocrático.
Lo que nos quiere decir Ruiz Massieu es que para hacer política hay que tener en cuenta la diversidad de pensamiento y/o la fragmentación de los intereses que rodean a quien gobierna. Todos tenemos los mismos derechos pero para oponerlos a la autoridad los intereses son diversos, de ahí la dificultad en el ámbito político para aplicar las medidas que sean mejores y no ocasionar perjuicios que tengan como resultado el menoscabo en el ejercicio de un derecho.

Epílogo: Honor a quien honor merece. Ruiz Massieu fue un hombre inteligente, la historia dirá si fue un buen gobernante, pero queda constancia en los homenajes que año con año recibe que el péndulo del honor está de su parte. Teodoro Monsemm a inicios del siglo XX dijo a Max Weber: “Ten el báculo que ostento” Hoy al parecer no hay receptores del báculo intelectual que legó Ruiz Massieu, la política se debate en una lucha de intereses sin contenido ideológico. El pasado reciente tiene mucho que enseñarnos.

lunes, 1 de noviembre de 2010

MEJOR EDUCACIÓN PARA LA JUVENTUD GUERRERENSE (I)

Uno de los problemas que aquejan a la sociedad guerrerense es el relativo al tratamiento institucional que se les da a los jóvenes. En la actualidad no hay un programa de gobierno serio que trate de solucionar los problemas que afrenta la juventud, existe una secretaría que se dedica a los asuntos de la juventud, pero no veo que esa dependencia oficial ofrezca los programas necesarios para tratar de resolver las carencias educativas, culturales, deportivas, económicas y de ocio que se requieren para encausar de mejor manera a los miles y miles de jóvenes que viven en el Estado de Guerrero.

Con ello se prueba la tesis de que no basta crear secretarías y oficinas de gobierno con presupuestos bajísimos para atender dicha problemática. Si bien el Estado las ha creado es indispensable dotarlas de los instrumentos jurídicos y económicos suficientes para atender su labor. De lo contrario, y es lo que sucede, sólo serán elefantes blancos que lo único que proveen es el acrecentamiento de la burocracia.
El Estado como la máxima institución política tiene la obligación ineludible de encarar de mejor manera esta situación. Los jóvenes son titulares de derechos fundamentales y como grupo social merecen alternativas para mejorar su proceso de adaptación a la vida social. Sin las alternativas necesarias no será posible formar ciudadanos coherentes con las necesidades estructurales de nuestro país y en particular de nuestro Estado.

En materia educativa es indispensable mejorar la calidad de la enseñanza, abrir mayores espacios para la educación ya que los existentes no son los suficientes, mejorar la infraestructura educativa, hacer una revisión exhaustiva de los planes y programas para inducir mayores conocimientos sobre nuestra historia regional y problemática social, hacer del deporte un hábito, y mejorar sustancialmente la calidad de los profesores. El reto educativo es el más importante de todos puesto que sin educación o con mala educación no será posible ni crear ciudadanos con capacidad de respuesta a la problemática social que afronta nuestra región suriana, ni tampoco será posible crear seres humanos con capacidad suficiente de poder valorar lo poco o mucho que se tiene. La educación no sólo consiste en la acumulación de conocimientos que nos serán útiles para una vida productiva, sino que también, la instrucción será la base para la formación de seres humanos con un sentido valorativo de las cosas que le rodean; la educación convierte al ser humano en un ente culto y espiritualmente apto hacia las mejores causas, tanto a las propias de su ser como a las sociales.

Es verdad que gran parte del presupuesto estatal se gasta en educación, pero por desgracia es un presupuesto mal usado, mal distribuido, mal encauzado. Los expertos en la materia señalan que del 100% del presupuesto sólo el 10% queda para mejorar la calidad educativa en todos sus rubros, el resto es para soportar la inmensa nómina burocrática. Hace algún tiempo un líder magisterial señaló que en Guerrero hay poco más de 60 mil profesores pero que buen número de ellos estaban comisionados ya sea en otras oficinas burocráticas o en partidos políticos. Es terrible esta declaración, cuantos miles o millones de pesos que se destinan a la educación se escapan para la atención de otras cuestiones que en nada benefician al sector.
Si tomamos como ejemplo esa cifra de 60 mil profesores que conforman el magisterio comprometido laboralmente ante la Secretaría de Educación, cualquiera pensaría que con ese número se tiene al profesorado suficiente, es posible que así sea, pero su calidad es materia de otro análisis.

Supongamos que cada profesor comprar un libro al mes, ya sea para acrecentar su cultura o para mejorar su calidad en el aula, entonces tendríamos que cada año se venderían en Guerrero 720 mil libros, y si sumamos a los 3 mil profesores que tiene registrada la Universidad Autónoma de Guerrero, entonces el caudal de libros vendidos ascendería a 756 mil libros, ello sin contar a los libros que adquirirían los profesores de las escuelas privadas y el público en general. Creo que la cifra de un millón de libros vendidos sería la más adecuada incluyendo ya a estos últimos. Conste que el promedio es de un libro por mes o sea 12 por año, que es el promedio de lectura de los países del primer mundo.

Pues bien, si se vendieran un millón de libros anualmente en Guerrero, estoy seguro que sería un buen negocio tener una librería e incluso una casa editorial, ya que el que lee y lee bien le nace la inquietud por escribir. Pero ¿Cuántas librerías y casas editoriales existen en Guerrero? Puedo asegurar que casas editoriales ninguna, a lo sumo existen talleres editoriales que generalmente maquinan trabajos para la iniciativa privada, el gobierno y en época de campañas políticas para los partidos políticos; por lo que toca a las librerías su número es bien escaso. En Chilpancingo, la capital no sólo política sino cultural de Estado las librerías no rebasan el número de dedos que tenemos en una sola mano, imaginémonos en el resto del Estado.

Por supuesto que esa cantidad ni soñando se vende en nuestro Estado. Esto denota que tenemos a una clase magisterial con graves problemas de lectura y por consiguiente de cultura. Los que enseñan no enseñan bien porque no leen. Vaya contradicción, terrible pero es verdad.

¿Hace cuanto tiempo que no va usted a una Biblioteca? Fue una de las preguntas que le hice a un grupo de estudiantes de la Unidad Académica de Derecho, la inmensa mayoría me respondió que no van a las bibliotecas porque nunca hay los materiales necesarios, por ello prefieren el estudio en casa. Que terrible situación. Así como esos estudiantes tienen su opinión respecto a la biblioteca de su escuela, así la tenemos muchos de las poquísimas Bibliotecas públicas que hay en el Estado, las que carecen de los apoyos gubernamentales para la adquisición de materiales novedosos y de los instrumentos para hacer ágiles consultas. Me viene a la mente una frase de Jorge Luis Borges, “Me imagino que el paraíso es una especie de enorme Biblioteca”.

La juventud guerrerense que es el motivo de esta reflexión, merece una mayor atención por parte del Estado en lo que se refiere a la educación y la cultura. Los políticos que están en la palestra nunca se refieren a esta problemática, a la cultura no la tocan ni en el discurso y no lo hacen porque quizá ellos tampoco han leído y consecuentemente sabido que leyendo y aprendiendo más cada día es como se puede salir delante de toda la problemática social. No puede haber progreso con ciudadanos inútiles y carentes de información. Tampoco habrá democracia con este tipo de ciudadanos, la democracia se sustenta en la cultura y sin ella el autoritarismo será el instrumento para el manejo de las masas que no sabrán diferenciar entre lo que es una decisión autoritaria y otra que es democrática.
Powered By Blogger