lunes, 6 de julio de 2009

voto blanco

El próximo 5 de julio habrá elecciones en todo el país para renovar a la Cámara de Diputados. En algunos Estados de la federación se elegirá también a Gobernadores, Presidentes municipales y otros funcionarios, en el Distrito Federal estarán en juego las Delegaciones por las que se compone dicha entidad territorial y los representantes ante la Asamblea de la ciudad.

Estas elecciones están marcadas por el gran desinterés de la ciudadanía, provocado por el hartazgo de probar una y otra vez de que la clase política mexicana no cambia ni tiene visos de hacerlo en beneficio del pueblo. Una opción que se vine discutiendo en todos los medios y principalmente en la sociedad consiste en que por vez primera se emitirá conscientemente el voto en blanco. Este consiste en tres hechos: primero, no ir a la urna a votar, quedarse en casa -podemos decir que la abstención es una manifestación del voto blanco, ya que nuestra legislación no reconoce a éste y bien puede el elector decidir no ir a votar como una manera de rechazo-; el segundo, es ir a la urna pero no votar por ninguno de los partidos políticos optando por anular la boleta, y tercero, en caso de que la boleta tenga un espacio para que el elector escriba el nombre de alguna otra persona, hacerlo por quien no esté ya designado por algún partido político.

El voto blanco no tiene, como en otros países de América Latina, reconocimiento jurídico, sin embargo votar en blanco sí tiene una relevancia política extrema; se significa por el hecho de que es una expresión de la ciudadanía ante el monopolio de la política por parte de los partidos políticos, en este país nadie tiene acceso al poder si no es con el aval de las entidades partidarias, y aún así dicen que vivimos en un régimen democrático. No es democrático por que la democracia se significa por el poder popular, y en nuestro caso tal poder no existe, sólo nos convocan a votar para legitimar a los mal llamados “representantes populares”, los que en realidad no representan a nadie ya que una vez en el cargo no adoptan las aspiraciones de quienes los eligieron y actúan facciosamente en interés de sus organizaciones partidistas. Además el votante una vez que emitió el sufragio desaparece de la escena política, no tiene la menor oportunidad de vigilar, controlar, supervisar y revocar el mandato, ante ello sólo se convierte en marioneta legitimadora. En este sentido, eso que llaman “representación” sólo es una palabra vacía de contenido ya que de hecho esa representación es nula, inexistente.

El voto blanco representa un rechazo en contra de la ineptitud y la corrupción. Hoy, con mucha pena somos testigos de la evidente ineptitud de los candidatos –aquí me refiero al caso exclusivo del Estado de Guerrero, sin dejar de lado que en otros Estados suceda lo mismo, que sería muy normal-. Las campañas políticas han demostrado que los elegibles no tienen la menor idea de lo que es ejercer el cargo de diputado federal, se les llena la boca al prometer cosas que corresponden a la municipalidad o al gobierno federal o estatal, nada dicen respecto a su posición personal o partidaria respecto a los grandes problemas nacionales como la seguridad pública, el empleo, la salud, vivienda, la deuda nacional, la reforma de Estado, el manejo federal del presupuesto, y una serie de cuestiones que a todo mundo atañen y que son propias del cargo que pretenden ostentar. También es un rechazo a la ineptitud en el ejercicio del poder de quienes lo hacen en este momento y lo han hecho en el pretérito, el país se cae en el barranco más profundo ante tanta ineptitud y corrupción, todos somos testigos inertes de ello.

El voto en blanco es un rechazo a la oligarquía. Hoy vemos con profunda tristeza que al negarse los partidos a dar oportunidad a una nueva clase política optan por ser sólo ellos o sus parientes más cercanos quienes tendrán la oportunidad –una vez más- de acceder al poder. Un sistema político que actúa así cerrando las puertas a la inteligencia de una juventud honesta, reclamante de oportunidades y que bien merece su incorporación a la lucha política, merece el nombre de oligarquía, el gobierno de unos pocos para su propio beneficio. Un sistema político que permite esto no puede ser democracia aún cuando ellos digan que sí lo es, y como lo hacen merecen el epíteto de demolatras, es decir, mucha palabrería acerca del pueblo sin que en verdad se preocupen por él.

Este sistema mexicano, con éste sistema de elecciones merece el nombre de masocracia y no de democracia. Hoy nadie se siente representado, no nos toman en cuenta para nada, toman las decisiones que ellos consideran mejor sin ver o valorar lo que en realidad conviene al pueblo, por ello el voto blanco viene a ser la opción para decir ya basta, es un mensaje ciudadano que debe ser leído con atención. Por ello, es necesario que la opción válida del voto blanco se haga sentir el próximo 5 de julio, digamos NO a la persistente actitud de los oligarcas neoliberales de mantenernos en la oscuridad de las decisiones más importantes para nuestro país, si nuestro, no de ellos, sino de todos.

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